Petro se ahoga

Hoy la luna está partida por la mitad, prefiero describirla así. Cuando se amontonan los recuerdos y se desdibuja la fisionomía de casi todo, es bueno mirar al cielo y recurrir a la luna. Algo va perdiendo su color, o peor, casi todo está descolorido. Comencé hablándote como en aquellos días cuando me enamoré de ti. Sé que no te gusta. Prefieres que no hable tan parecido a la profesora que nunca leyó un poema, y preguntó para qué servía leer a Cervantes, que lo verdaderamente valioso era devorar El Capital de Karl Marx. ¿Recuerdas que días después confesó no haber leído nunca otra cosa? ¿Olvidaste el instante donde la escuchamos diciendo a su amiga que ella no leería jamás la pedantería delirante de Karl Marx?

No he parado de sudar. Llevo días intentando buscar alivio para tanto calor, pero tengo frío, tanto que me siento congelado, es como estar temblando por el frío dentro de un ardiente horno ¿Estaré envejeciendo? Siempre intento desvirtuar lo verosímil. Aquí ya ha pasado casi todo y no cambia nada. Era lo último que quería escribir, pero no esperaré mucho más para vomitarlo de una vez. Y parece que me escucharás reiterándolo. Quisiera equivocarme cuando te digo que aquí ya ha pasado casi todo y no ha cambiado nada. Ojalá pronto, o alguna vez, pueda escribirte diciendo que mis temores fueron inciertos, y que el reloj en mi bohío ya no está detenido o que en vez de avanzar retrocede a mucha prisa y sin pausa. Me encantaría vivir en el siglo XXI, porque estar vivos en el no significa que en el vivamos. Ni tú ni yo vivimos en el siglo XXI. A ti y a mí nos haría bien despertar y no encontrarnos en medio de aquello que Churchill llamó “la filosofía del fracaso, el credo de la ignorancia y el evangelio de la envidia”. Así hasta estar triste sería diferente. Parece que siento mucho asco.

Hoy como tantas veces rezaré por ti. Petunia, también reza tú. Necesitamos que amanezca. ¿Ya te diste cuenta?

No me digas nada. Imagina que algún día tendremos mejor semblante. Te hará bien. Quizás 20 años no sean nada, pero casi 60 años… es demasiado.

¿Todavía escuchas tangos?

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