Carne de gato por liebre

Cuba es un país con más de once millones de habitantes, quienes a partir del mes de junio pueden acceder mediante tarjetas prepagadas a 334 computadoras conectadas a Internet, como promedio se ha previsto la existencia de tres computadoras por áreas de acceso, distribuidas en 118 “salas”.

ETECSA, el monopolio gubernamental de las comunicaciones en Cuba, cobra  la hora de “navegación nacional” a 60 c.u.c; el servicio de correo electrónico con una tarifa de 1.50 c.u.c. la hora. Para culminar este menú de ofertas tan atractivas y asequibles: 4.50 c.u.c costará el servicio de navegación en Internet; la Internet real.

Esto significa que a mi salario, equivalente a 13 c.u.c mensuales, le faltarían 50 centavos c.u.c (un día más de trabajo) para pagar tres horas de navegación en Internet. Quienes ganen el salario promedio, aproximadamente 17 c.u.c., también les faltará unos centavos para pagarse cuatro horas de acceso a Internet. El acceso desde lo hogares no se aplica en esta “estrategia”; pero imaginando que pudiera tenerse, costaría 24 horas de acceso a Internet por 30 días, 3240 c.u.c ¡Tremenda ganga! ¡Que apertura, cuanta ampliación en la accesibilidad!

¿Se alivia realmente la penosa y lentísima velocidad en la conexión durante todos estos años? ¿Se modificarán los horarios inconvenientes de 8:00 a.m. a 7:30 p.m.? ¿Podrán acceder los internautas a cualquier sitio? ¿Nadie los vigilará? ¿No les intervendrán el correo electrónico, blog, etc.? ¿Se respetará el derecho de privacidad al usuario?

Si realmente hubiese en el país una “razón económica” para la inaccesibilidad a Internet, esa razón sería únicamente la existencia de un monopolio absoluto de la información y las comunicaciones, mediante un solo proveedor: la empresa “estatal”, ETECSA. Más allá de tan aterradoras cifras pienso en el profesor, el estudiante universitario, el ciudadano común a quienes se les impide el acceso a Internet no solo por las limitadas áreas para conectarse, también por los inaccesibles precios que impone el estado, no una empresa privada.

Entre todo esto uno de las penosas impresiones que tuve fue cuando una profesora me preguntó: ¿para que hace falta Internet?, ¿para que quieren Internet? Un directivo del sector educacional comentaba que debían realizarse reuniones con los profesores para alertar de los peligros del “diversionismo” y la “ciberguerra”. Según el, había que profundizar el trabajo político e ideológico con los estudiantes, debido a esas “amenazas”.

Nuevamente otro fraude, una curva injustificable es lanzada para impedir el derecho de los ciudadanos de acceder a Internet. Se ratifica otra vez que esa vulneración, practicada por quien posee el monopolio de la comunicación e información, no es por razones económicas; utilizan pretextos para intentar justificar el bloqueo evidente al derecho de los cubanos de acceder a Internet. Compete a cada ciudadano batearle jonrón a esta fraudulenta jugada, para ascender desde un infierno tropical, hacia un paraíso en el Caribe abierto a todos los cubanos.

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